Respirar desde el fondo,
notar como duele,
el corazón en cada bocanada,
como tiemblan los ojos,
que no pierden mi mirada.
Despertar cada mañana,
con el pi, pi, pi,
del ciego latido
que señala,
que sigo aquí,
que no me he ido.
Y no poder abrazarte
descansar,
ver en tus ojos rojos,
las preocupaciones ignoradas,
y no por eso,
menos temidas.
viernes, 8 de octubre de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)