miércoles, 10 de junio de 2009

¿Vivir?

A algunos de vosotros os he dicho alguna vez ultimamente eso de ya os contare, como dicen que es bueno sacar las cosas fuera, pues alla va, no se si servira para algo

Solo tenía 15 años cuando sufrió su primera pérdida, a esa edad sus padres decicieron que debía cambiar de instituto.

Como si no fuera suficiente con todos los cambios que pasaban en su vida, van sus padres y cambian de casa, con el nuevo curso llegó el nuevo instituto, cambio de compañeros, cambio de profesores, cambio de todo y él, perdido, en ese sitio inmenso.

De nada valían los comentarios de su madre, "no te preocupes, ya verás, el instituto nuevo te va a encantar, si tiene un montón de canchas de baloncesto y a tí el baloncesto te encanta".

Los primeros días fueron horribles, se sentaba solo en una esquina de clase sin atreverse a hablar con nadie, en el recreo buscaba una esquina donde refugiarse, estaba solo; poco a poco, encontró a sus iguales, al principio fué un compañero de clase, también era su primer año en el instituto, y quizás eso les hizo juntarse, apoyandose el uno en el otro, segun fueron compartiendo confidencias vieron que compartían más cosas y a la pareja se fueron uniendo mas elementos de forma que unas semanas más tarde, la pareja se había convertido en un quinteto.

Con el paso del tiempo el quinteto se convirtió en inseparable, era extraño no verles juntos siempre que las clases lo permitían, fue pasando el tiempo, el bachillerato iba sumando días, semanas, meses y años a una amistad compartida.

Llego la época de la universidad, erá curioso, ninguno de los cinco escogió la misma carrera, pero su amistad cada día era más fuerte, a su quinteto se iban sumando y restando elementos, pero su grupo permanecía inseparable.

La universidad, como todo, llego a su fin y empezó una nueva etapa en la vida de los cinco, el trabajo les llevó a distintas ciudades, incluso paises, pero ni siquiera eso era escusa para separar un grupo, primero el correo, después el teléfono y despues internet les permitía seguir tan unidos como cuando se veian todos los días en el recreo, el verano era la ocasión para juntarse, al principio eran solo ellos y poco a poco se unieron al grupo las parejas los que la tuvieron y luego los niños.

Y luego la primera de tantas desdichas, un coche y un día lluvioso se llevó a dos de ellos, el quinteto se había convertido en un trío, solo la fuerza de uno de ellos mantuvo en pie a los otros dos, pero la vida sigue y poco después el tercero les dijo adios, la muerte del lazo rojo quiso llevárselo con él para dejarlos un poco más huérfanos.

Fué entonces cuando se dió cuenta de lo que necesitaba a su amigo, el primero al que le dió ese nombre, fué entonces cuando encontró refugio en él y descubrió todo lo que le necesitaba, fué entonces cuando descubrió donde radicaba su fuerza.

Siguieron los años, años de cultivar la amistad que les unía, años para disfrutar de los escasos momentos en los que la vida les permitía estar juntos, años de estar separados en lo físico pero unidos en el sentimiento, años de compartir anecdotas por teléfono, años de verse una vez cada dos o tres meses. Y de pronto una llamada, la mujer de uno llama al otro, - Ricardo, vente, Felipe se esta muriendo.

- ¿Como?

- No preguntes y vente, sino, no podrás despedirte de él.

Un avión, recorrer medio mundo y solo una idea en la cabeza, - ¿Que ha pasado?.

Llegar al destino fue encontrarse a aquel que era su fuerza en una cama de hospital, conectado a todo tipo de cables y tubos.

- ¿Que pasó?, ¿Porqué está así?.

- Lleva muriendose cuatro meses, le detectaron un cancer de pancreas en estado terminal en una revisión, los médicos no saben como ha durado tanto.

- ¿Porqué no me has llamado antes?, ¿Como no me dijiste nada?

- Los reproches se agolpaban en su boca.

- Me hizo prometer que no te diría nada, de hecho me ha llegado a confesar que a mí me lo dijo solo despues de que el médico casi le obligase, pero durante estos meses su obsesión ha sido que no te dijese nada, que no te enterases.

- Pero, ¿por qué?.

- Decía que si te enterabas no ibas a querer apartarte de él, y él no quería eso, quería que siguieses con tu vida.

- Pero no se daba cuenta que eso no podía ser, que de esta manera he perdido la oportunidad de estar con él, que él, despues de mi mujer y mis hijos es lo más importante, que es como mi hermano, que digo como, es más que mi hermano, él, que nunca me ha fallado cuando le he necesitado, incluso cuando yo todavía no sabía que le necesitaba, él siempre ha estado allí, y ahora, cuando el me necesitaba a su lado, entonces soy yo el que le fallo.

- No Ricardo, no le has fallado, el te sabía al lado, tus correos era lo que le animaba el día.

- Espera, has dicho antes cuatro meses, ¿entonces cuando ...?

- Si, la última vez que os visteis el ya sabía que se estaba muriendo, de hecho hizo un esfuerzo enorme para que ni Ana, ni tú os dieseis cuenta, me hizo prometer que en ningún momento hiciese algún comentario que pudiese haceros sospechar, ya sabes lo cabezota que puede llegar a ser.

Felipe todavía aguanto dos días, dos días que le permitieron a Ricardo hacer repaso de todo, de toda su vida, dos días de no separase de su lado, como si quisiera compensar en esos días el resto de su vida.

Cuando al final murio fue como si se le apagasen todas las luces, cogió el avión y marchó a su ciudad a reunirse con su familia, pero mientras viajaba en el avión se sintio como ese primer dia en el colegio nuevo, pequeño, solo, abandonado, triste.

Renacer

Ver tu cuerpo
dibujado, en los pliegues,
de la sabana que te esconde.

La luz del amanecer,
ilumina los aromas
que nos dejó la noche.

Oírte como respiras,
saber que aunque me rompa,
siempre tu amor me recoje

y construye de los trozos,
un nuevo yo que alza el vuelo
entre el acero y el bronce.

Mirar el tiempo que pasa
en el brillo de tus ojos,
y ver el reflejo del aire
en tu melena dorada.

Oírte cuando no dices nada,
soñarte si estoy despierto,
mirarte cuando no me miras,
y amarte aunque sea en silencio.

Cuando por las mañanas la luz, que la persiana deja pasar, ilumina tu cuerpo y ese juego de luces y sombras me muestra el aire que respiras, la tranquilidad de verte dormir y el suave susurro de tu cuerpo con las sabanas, como canto melodioso, se convierte en el arrullo que me envuelve y me da calor tras la pesadilla.