Dime por fin que me quieres,
dijiste cuando me abrazabas,
y como voy a quererte,
si a mi mismo no me aguanto
te dije mientras me atabas.
Morir sin ser uno mismo,
llorar al ver el reflejo
de mi desgastada sombra
en el viejo y oscuro espejo.
Asomarnos al abismo
de anhelos y esperanzas,
recoger pétalos caídos
en tiempos recogidos
de recuerdos y añoranzas.
Romper con el aire nuevo
y fabricar la sonrisa
que nos acercará a la vida,
que nos dejará en el suelo,
que recuperará la risa.
martes, 17 de febrero de 2009
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