martes, 24 de marzo de 2009

El puente (5ª parte)

Los comentarios de Ana se mezclaron con los miedos que había conseguido meterme “mi hacker” para hacerme pasar una mala noche, apenas conseguí dormir tres horas seguidas y no eran ni las once de la mañana cuando ya estaba sentado delante del ordenador dispuesto a terminar con el diseño del puente.
De cualquier manera no conseguía quitarme de la cabeza lo que me contó Ana, ¿sería posible que Helena hubiese cambiado tanto?, tenía que llamarla a mediodía para intentar verla esta noche, la única solución era confirmar por mi mismo lo que me había dicho, ¿sería posible que estuviésemos cambiando tanto?.
Al encender el ordenador saltaron a la pantalla varias docenas de mensajes, casi todo eran distintos Spam y anuncios, a pesar de que se suponía que Carlos me había instalado un programa que evitaba todo ese tipo de “anuncios basura” siempre había alguien que conseguía colártelo y siempre que encendía el ordenador pasaba un buen rato eliminando toda la basura.
Al final logré quitar toda la basura y me puse a revisar el correo, varios eran de la oficina, preguntando que tal estaba, que si conseguiría terminar el diseño este fin de semana, etc., había uno de Carlos interesandose por lo que me hubiera contado Ana y alguno de mi hermano preguntando que tal me iba, no parecía que “mi amigo” hubiese mandado nada, bueno a lo mejor solo era algún compañero con ganas de picarme un poco que se cansó cuando vio que me iba para casa.
Retome el diseño del puente dispuesto a terminarlo cuando de pronto se abrió una ventana en mi pantalla
- ¿Qué, al final has decidido terminar el puente de una vez?.- El mensaje apareció en grandes caracteres en mi pantalla.
No me lo podía creer, el que fuera había conseguido colarse en mi ordenador y eso era se supone totalmente imposible, Carlos lo había llenado con todo tipo de cortafuegos (algunos de diseño propio)
- No dices nada.- el que fuera me estaba retando a que le contestara.
- Déjame en paz, no lo entiendes, tengo que terminar este trabajo este fin de semana, mucha gente depende de mi trabajo, déjame terminar de una puñetera vez. – Conteste escribiendo en la ventana que se había abierto.
- Te propongo un trato.
Fuese quién fuese el que me estaba haciendo la puñeta, parecía conocerme muy bien, sabía que nunca me retiro ante una buena apuesta o un nuevo reto.
- ¿Cuál?.
- Voy a guardar en una zona no accesible del ordenador central el trabajo que llevas hecho y tu empiezas de nuevo con otro diseño para el puente, si al final de la tarde no has conseguido hacer nada mejor te devuelvo el archivo y lo terminas sin que te vuelva a molestar, ni mientras trabajas en la nueva versión ni después.
- ¿Y si no acepto?.
- Estaré aquí todo el tiempo, dispuesto a mantenerte distraído.
- ¿Cómo sabes que no intentaré engañarte?.
- Te aseguro que sé perfectamente todo lo que haces en el ordenador.
- Podría trabajar en un ordenador que no este conectado.
- Podrías, pero no serviría de nada.
- Y si hago lo que dices, ¿luego me dejaras en paz y podré terminar el trabajo?.
- Es una promesa.
- De acuerdo, pero ten cuidado al mover la información, son muchos meses de trabajo.
Inmediatamente desapareció la pantalla donde tenía el diseño de mi ordenador, así como la ventana en la que estaba hablando, en ese momento me sentí como si me hubiesen desnudado delante de miles de personas, todo mi trabajo se había perdido (o casi) y tenía que empezar de nuevo.
El proyecto no era difícil, en una ciudad europea estaban proyectando su quinto cinturón, el problema consistía en un puente que tenia que cruzar a la vez una de las principales autopistas de acceso a la ciudad, un gran río que iba paralelo a esta y las vías de tren de alta velocidad y metropolitano que entraban en la ciudad, en resumen, nada irresoluble si no fuese porque a los políticos de turno se les había ocurrido hacer de este puente la nueva puerta de acceso a la ciudad y pretendían que se resolviese todo evitando los pilares, con una estructura que pareciese volar de un lado al otro.
Y ahí entraba yo, mis estructuras se habían caracterizado, a juicio de mis valedores ( y también de mis críticos), por su liviandad, pero esta vez parecía que la dificultad me había superado, la estructura era demasiado larga.
Antes de volver a empezar decidí volver a mis inicios, cogí mi cuaderno de dibujo y mis lápices y me puse en mi mesa a trazar bocetos, ya que había dicho que empezaría de cero de nuevo, lo mejor era desechar todo el trabajo anterior e intentar enfocar el trabajo como algo totalmente nuevo.
Cuando estaba buscando el cuaderno me cruce en la biblioteca con un libro de fotografías y una guía de viaje de la ciudad en la que estaba el puente, los había comprado cuando me encargaron el proyecto pensando en echarles un vistazo, pero al final no le había hecho caso, pensé que era una buena ocasión para investigar, quien sabe, quizás por ahí me viniese la inspiración.
(Continuará...)

lunes, 23 de marzo de 2009

Recuerdos.

Como una ola que va y viene,
como despertar tras una noche
de lágrimas y rencores,
como sentir que el pasado
se fue con sus dolores
de la vida y sus vaivenes.

De la noche viene el día,
de la pena, la alegría,
el reencuentro, de la lejanía,
y saber que me has dejado
solo en el mediodía,
hace que mientras te sueñe,
mantenga la esperanza viva.

Nunca la noche es eterna,
ni la alegría dura
lo que vale una vida,
más el instante guardado
de la infinita dicha,
nos hace ver como absurda
la pertinaz pesadilla.

martes, 17 de marzo de 2009

El puente (4ª parte)

Estaba a punto de despedirme cuando se me acercó Ana
- ¿Vas para casa? – me preguntó.
- Claro, pero no he traído coche, pensaba coger un taxi, ¿quieres que te acerque a algún lado?
- Si no te importa.
Me extraño mucho que Ana insistiera tanto en acompañarme, al fin y al cabo no es que nos conociéramos de mucho, ella era amiga de Helena desde la época de la universidad y después habían montado una pequeña empresa de publicidad y la verdad su relación conmigo se limitaba a los días que habíamos coincidido durante el tiempo que Helena y yo estuvimos juntos, pero bueno, tampoco me importaba y de hecho mantener una conversación intrascendente me podría venir bien.
En cuanto nos montamos en el taxi y le dijimos al taxista la dirección de la casa de Ana, ella me abordó.
- Perdona que me haya auto-invitado pero tenía que hablar contigo.
- Tu dirás.
- ¿Hace mucho que no veías a Helena?
- La verdad es que en estos dos últimos meses no me he prodigado mucho por ahí, pero creo que hablé con ella hace un par de semanas, ¿porqué lo preguntas?.
- Lleva un tiempo un poco extraña, desde el año pasado su mundo se está limitando cada vez mas al trabajo y la casa, al principio lo entendí como algo normal, al fin y al cabo vuestra ruptura era lógico que la pasase factura, pero vosotros tres seguíais quedando de vez en cuando, pero últimamente, cuando hablo con ella para hacer algo fuera del trabajo, nunca parece tener ganas o me pone excusas de lo mas peregrino, hoy mismo me ha costado un triunfo conseguir que no se fuese directamente a casa después el trabajo.
- No has pensado que, a lo mejor, tiene otras amistades y que no quiere mezclarlas contigo – conteste de forma un poco brusca-, perdóname, no es quiera ofenderte, pero comprende que en ocasiones tu forma de ser no gusta a todo el mundo.
- No te creas, ya lo pensé, de hecho al principio estaba segura de que era así y por eso no he dicho nada a nadie, pero cada vez me estoy dando cuenta de que no es eso, la Helena que tu y yo conocemos era una fanática del cine, de hecho no dejaba pasar un estreno de una película interesante sin ir a verla en los primeros días y lo mismo digo del teatro, pues bueno te invito a que intentes hablar con ella de alguna película o obra de teatro de las que se han estrenado en los últimos seis meses, no ha visto ninguna, comenta con ella algo sobre alguna exposición reciente, tampoco, ni ha ido a ningún concierto.
Eso si que me dejó totalmente en blanco, Ana tenía razón, de hecho la obsesión de Helena por estar a la última en todo lo que a actividad cultural sonase nos había ocasionado mas de una discusión, siempre había que ir a ver esa nueva exposición, aunque la anterior muestra de ese pintor nos hubiese defraudado a los dos, había que ver toda película nueva que se estrenase y tuviese algún nombre conocido o una critica cuando menos mediocre, con ella era imposible quedarse en casa dos días seguidos. No era posible que la Helena que yo conocía llevase seis meses sin ir a ninguna de esas cosas, me hubiera creído mas que me dijesen que llevaba seis meses sin comer ni beber, que lo otro.
- Vamos a ver, - le conteste-, eso que dices no puede ser, tienes que estar equivocada, a lo mejor es que lo que ya no le apetece es comentar nada sobre todas esas cosas - algo por otro lado muy difícil conociendo a Helena-, desde que conozco a Helena siempre la he visto pensando en cual era la próxima película que iba a ver, que obra de teatro estrenaban, donde había una exposición interesante, etc.
- Por eso te digo que algo la pasa.
Estábamos llegando ya a su casa por lo que terminé la conversación quedando con ella en llamarnos después de comer para continuar hablando.
Después de dejar a Ana no pude quitarme de la cabeza lo que me había contado, las ideas se me juntaban con lo que “mi hacker” había dicho de mí, ¿es posible que estuviésemos cambiando tanto?, no puede ser, tanto Helena como yo, ya habíamos pasado los 30 años, nuestra cabeza estaba perfectamente amueblada y éramos felices tal y como vivíamos, ¿o no?

(Continuará......)

lunes, 9 de marzo de 2009

El puente (3ª parte)

Cuando llegué a casa tuve que hacer un esfuerzo por no ponerme al instante con el proyecto del puente, algo que tenía que agradecerle a mi misterioso inquisidor, había conseguido que volviese a tomarme mi trabajo con un interés que últimamente parecía haber perdido, quizás no estuviese tan descaminado en sus criticas, pero no, no podía caer en su trampa, yo seguía siendo el mismo, mis estructuras se parecían entre sí por que era lógico, yo siempre soy el mismo.

Decidí tomarme el resto de la tarde libre, al fin y al cabo el puente ya estaba casi terminado, solo faltaba darle los últimos retoques y tenía todo el fin de semana por delante.

Llamé a Carlos a su trabajo y quedé con él para cenar e ir luego a dar una vuelta, al principio parecía un poco sorprendido al saber que estaba en casa, últimamente había estado un poco insoportable con el proyecto del puente, pero al final pareció incluso contento al saber que había decidido aparcarlo por lo que quedaba de día, no le comente nada sobre mi misterioso hacker.

El resto de la tarde decidí pasarlo leyendo un rato, cogí de la biblioteca uno de los últimos Best Sellers que había comprado, - normalmente para comprar los libros me suelo guiar de mi instinto pero cuando tengo que pasar un rato en algún aeropuerto suelo visitar las tiendas y rara es la vez que no compro alguno de los libros mas vendidos, no suelo leerlos por lo que lo habitual es que al final se lo regale a algún familiar o amigo por su cumpleaños-, la lectura siempre me había servido para no pensar en nada y esta vez no fue menos.


Cuando me quise dar cuenta casi se me había hecho tarde, me di una ducha rápida y salí casi corriendo para no llegar tarde, por suerte el restaurante donde había quedado con Carlos estaba cerca de casa, era un restaurante que habían abierto hace pocos meses en el barrio del que habían hablado muy bien un par de vecinos y al que llevaba varios fines de semana intentando ir, pero al final, por un motivo u otro, siempre lo iba aplazando.

La cena pasó sin mas novedad, preguntas típicas por el trabajo y cosas así y algún comentario sobre el restaurante, la verdad es que lo que me habían contado hacía justicia con el sitio, el ambiente era tranquilo, la comida buena sin exageraciones, el trato de los camareros era familiar pero sin resultar cargante y el precio no era demasiado caro, por ponerle alguna pega quizás la decoración era excesivamente minimalista, nunca he compartido el gusto por esos lugares que parecen a medio construir, con las vigas y la ventilación vistas, pero bueno, en general el sitio era recomendable.

Después de cenar fuimos a tomar una copa a Zaston, la verdad es que después de una cena en un sitio nuevo no hay nada mejor que tomar las copas en un lugar donde te conozcan tanto que no tengas ni que pedir, según te ve el camarero, en este caso camarera, ya te esta sirviendo tu Brugal con limón y unas hojas de hierbabuena y siempre te puedes encontrar con algunos conocidos con lo que pasar el rato.

Cuando llevábamos media hora mas o menos y empezábamos a pensar que al final la noche se iba a estropear, aparecieron por allí Ana y Helena, Helena, Carlos y yo somos amigos desde la infancia, de hecho nos criamos en el mismo bloque de la periferia de Madrid, y Helena yo tuvimos una historia hacía ya casi un año pero al final acabó igual que había empezado y por suerte conservamos la amistad.

La noche no estuvo mal, de hecho consiguió que me olvidase del puente, del hacker y de todos los problemas que últimamente me estaban saturando

Eran casi las cinco cuando decidí que ya era hora de volver para casa.

(Continuara...)